Empoderamiento y la Hipersensibilidad
El proceso de formación hoy día pasa por empoderarse de sí mismo con el instrumental de género, pensamiento crítico, feminismo, y todos los "anti" o "ismos" actuales.
Este proceso deconstructivo, que es muy bueno y aporta a la humanización y creación del “sujeto autónomo”, tiene un momento de hipercriticidad, o sea, que a partir de los nuevos lentes que te dan estos instrumentos de análisis inicias a ver demonios y fantasmas por todos lados. Inicias a atacar, contra-atacar al “sistema machista-capitalista-patriarcal-sexista…” Es normal en mentes aún en formación. Son como niños que descubren el mundo y todo se lo pasan por la boca (etapa oral del desarrollo humano)
Pero a esto se le suma, lo que algunos comentaristas han definido como snowflake, o sea, mileniales que se le criaron pensando que son los más especiales y que se merecen todo mejor, y cuando algo no es “políticamente correcto” (inversión-reversión-contraversión) esta generación hipersensible reacciona hasta ser “odiosos” para otras generaciones y las actuales.
La corrección política, que nació para respetar al otro y reivindicar minorías, es señalada hoy como culpable de un clima odioso, donde hasta la más mínima y razonable disidencia es atacada con vehemencia. (Consultar: http://www.latercera.com/noticia/hipersensibles/)
Estos “hipersensibles” (así traducen los entendidos la expresión snowflake) son una generación con una hiperconciencia de ser especiales, de que no se les puede tocar, y ante la menor percepción de violencia o bullyng se sumen en estados depresivos o, que es nuestro caso, en victimas violentadas. Sus características son: exagerado sentido del yo, sobreprotección y catastrofismo (Consultar: https://www.rinconpsicologia.com/…/generacion-copo-de-nieve…)
En casos donde el acoso o/y violencia es real no cabe duda de que se debe denunciar y ser firme, pero no es el caso aquí referido, sino que se señala una atrofia en la percepción: un “adiós” se convierte en acoso sexual, un emoji sonriente o un “me divierte” en una publicación en el muro del Facebook es causa de disgusto ya que se cree que se le están burlando, que te hayan dejado en “visto” en WhatSapp es un crimen y se piensa que algo tiene esa persona en tu contra, o que cuando mama o papa te reprendan porque a la hora de comer estas “pegado” al celular te sientes violentado, agredido.
Decirles a las nuevas generaciones de sus derechos, y, más derechos; abrirles los ojos a las infinitas formas de violencia de las que pueden ser víctimas, enseñarles las claves del análisis de género y los discursos feministas, etc…. no es suficiente. A la par de estos aprendizajes debemos elevarlos a la formación de una sana percepción de la vida, equilibrada, donde se pueda identificar cuando realmente existe violencia y cuando solo son nuestros fantasmas, nuestras neurosis. Nuestra sociedad cada vez más neurótica. No todo hombre es un acosador, no toda mujer es una loca.
En la educación (la universidad y el hogar) debemos ser cuidadosos porque deformamos la “consciencia moral”, el desarrollo moral de las personas, haciendo transitar a las generaciones “de conciencias alienadas, que no identifican las formas más sutiles de violencia, hacia consciencias hipersensibles” que ven por doquier monstruos y monstruosidades.
A menos que irremediablemente nuestra sociedad este enferma. Pero si es así, cómo saber cuándo la cura es peor que la enfermedad.
Este tema es complejo y por ello se teme escribir sobre ello ya que es muy fácil tomar estas reflexiones y emprender el “contra-ataque” invirtiendo el sentido y manipulado la información. Pero bueno, hay que creer que aún es posible el sano debate.
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