ÉTICA DE LA INDIGNACIÓN
Miguel España
Teólogo y educador
INTRODUCCIÓN
La creciente
exclusión social, la deficiente gestión pública de los gobiernos en términos de
la redistribución de las riquezas en el ámbito social para mejorar las
condiciones de vida de la gente y la voracidad de las Instituciones Financieras
Internacionales han provocado en los últimos años en Guatemala, Honduras, España, Estados Unidos de
América, Grecia, e. o, un levantamiento de la sociedad, principalmente de la
juventud, en acto de protesta y de indignación ante la corrupción de los
gobernantes y el aumento de la inseguridad ciudadana. Todos dicen ¡basta ya!
Este
fenómeno ha generado una fuerza movilizadora que ha llegado a motivar y a
generar mayor consciencia en sectores menos favorecidos de tal manera que algunos
analistas políticos lo han llamada la “Primavera Centroamericana” e Indignados/as, en relación a la Primavera Árabe del 2010, al
movimiento de los Indignados en España y Occupy Wall Street en los Estados
Unidos de América[1].
Este fenómeno se da en un contexto de creciente exclusión social, crimen
organizado, corrupción de los gobiernos en la sub-región y criminalización de
la protesta como las represiones producidas en Guatemala, Honduras y en España
con la controversial “ley mordaza[2]”.
19 de Abril 2018, emerge
la insurrección de la consciencia, un proceso de levantamiento en Nicaragua
ante los sistemáticos abusos del gobierno ortega-Murillo, lo que llevó a hacer
erupción a la sociedad nicaragüense: volcán popular.
Como
contribución a la discusión ética política ante este fenómeno y al contexto
señalado de nuestra subregión centroamericana es que se escriben las siguientes
reflexiones.
1. Indignación
como tema de la Ética Política.
La ética
política surge como resultado de la dialéctica entre Estado y Sociedad.
La
sociedad moderna se entiende como un Contrato
Social (J.J. Rousseau) donde se pasa del Estado de Naturaleza de la “guerra de todos contra” todos, del Homo homini lupus (T. Hobbes), a un Contrato, y por lo tanto, a una
convención, de una decisión tomada libremente
por quienes lo adoptan, y es eso lo único que puede fundamentar las bases del
poder civil. Pero esta comprensión de
la sociedad es unilateral y se ha ampliado desde Habermas en su Teoría de la
Acción Comunicativa[3]
integrando la cuestión de la consensualidad,
el Mundo Común de la simbólica y la Intersubjetividad desde la Teoría de la
Acción (como proceso histórico de transformación de la sociedad no solo desde
la categoría marxista del trabajo
sino del lenguaje como ámbito
intersubjetivo y simbólico) como crítica a la cuestión de la inclusión en pie
de igualdad en un Consenso Social. A
estas alturas la sociedad se redefine por el fenómeno de la revolución de la
informática, la creciente desigualdad y exclusión social de la mano de la
crisis del sistema económico político imperante, la revolución ecológica y
feminista configurando el rostro pos-moderno de la sociedad.
Latinoamericana
introduce una sociología crítica desde la teoría de Dependencia y la crítica
Decolonialista desde Theotonio Dos Santos, Enrique Dussel, F. Hinkelammert y
Boaventura Santos de Souza. Desde las dictaduras de los 60 hasta la caída del
Muro de Berlín y de ahí a la altura de nuestros tiempos hoy día, de la crisis del
sistema capitalista, la emergencia de un mundo multipolar (CELAC, BRICS), el
terrorismo Internacional (EI) y domestico (EEUU) y el cambio climático, hoy nuestro continente se ha visto sacudido,
sufriendo las externalidades del sistema. Pero es inagotable la capacidad
creativa de resistencia de Latinoamérica, lo vemos en su historia, en las
luchas con tinta, murales, papel, pólvora y gritos de identidad, libertad y
dignidad. El arma más poderosa ha sido el ingenio
siendo Tonantzintla, la virgen de Guadalupe, e.o., ejemplos de cómo el
conquistado conquistó al conquistador. Si Latinoamérica fue una invención del
colonizador y su destino es la utopía[4]
lo cierto es que Latinoamérica no se ha visto a través del Espejo Enterrado[5]
de su propia historia para construirse a sí misma desde una contrainvención y
contrautopía superando las rupturas, divisiones, caudillismos y visión fragmentada
de su consciencia mestiza, negra, indígena, campesina. La filosofía de la mano
de la Teología de la Liberación ha querido contribuir a este drama de búsqueda de
la propia identidad y destino junto con las ciencias sociales.
El Estado
moderno se funda alrededor de la concepción liberal del Estado de Derecho
dejando atrás el Sistema Absolutista de los Monarcas que tuvo su expresión más
acabada en la frase del Rey Luis XIV: "El Estado soy Yo". La
Revolución Francesa es expresión de este cambio de paradigma. Ahora el sistema
monárquico da paso al sistema democrático. En el caso de Latinoamérica los
estados han servido como mecanismo de represiones, despojos y endeudamiento de
los pueblos. Heredamos todo el modelo despótico, clientelista, caudillista que va desde el poder
monárquico español, el poder criollo hasta la influencia de EEUU en la
irrupción y sostenimiento de dictadores en toda Latinoamérica. Estos son
algunos datos histórico político que da cuentas de la creciente indignación de
los pueblos, ayer y hoy, ya que no se ha podido construir estados que naveguen
en las aguas del derecho y la dignidad de los pueblos sino que han anegado en
un océano de corrupción.
En
este sentido el Contrato por medio del cual las personas restringen su
libertades individuales a favor de una libertad mayor, esta es, una que les
permita la convivencia pacífica en sociedad, está directamente vinculada con
las garantías
que el Estado por medio de las Instituciones políticas les debe como
representación de la voluntad del pueblo. Este solo es el principio ideal pero
existe una prolongada tensión entre el Estado y Sociedad Civil. Esta tensión es
positiva y fecunda cuando las diferentes fuerzas políticas, tanto internas como
externas, mantienen un equilibrio en su correlación de fuerzas alrededor de un
Proyecto de Nación que tenga en cuenta todas las fuerzas políticas, sociales y
culturales dentro del Estado, en este caso nicaragüense.
Pero el
estado real y la sociedad real, no la ideal, es la que plantea todas las
complejidades. He aquí cuando entra en escena el concepto de gobierno. El
gobierno debe de administrar todas estas fuerzas a favor del necesario Proyecto
de Nación que beneficie a todos los sectores, teniendo como principal
beneficiario a la sociedad misma en sus demandas y necesidades. Este es el buen
gobierno isocrático. Pero las
contradicciones que plantea desde sus orígenes las relaciones entre el Leviatán
(Hobbe), el Príncipe (Maquiavelo), la legitimación de las conquistas (J. Lock y
G. Sepúlveda) y la tradición despótica y caudillista de la clase Criolla y
política latinoamericana heredada del gobierno español en relación con el,
siguen minando la democracia y el dialogo fecundo. De esta manera la base ética
con que se funda el estado moderno y cómo se ha ejercido el poder político en
Latinoamérica debe de repensarse.
Por lo que partimos de lo que dice Serrano Caldera (2003)
que “Toda polys tiene un ethos. En consecuencia, la política
entendida como quehacer de la polys,
como desarrollo de un conjunto de tácticas y estrategias, es el ámbito en el
cual el ethos se realiza como ética[6].
Ahora dentro de la complejidad entre Estado/Gobierno y
Sociedad Civil quisiera resaltar dos aspectos que hoy día crean mayores
tensiones:
1. La Política no viene determinada más por la voluntad
humana, sino por el Mercado y sus infalibles leyes, que supuestamente gobiernan
sin necesidad de la participación de esa voluntad. El destino de la sociedad es
así transferido a un mecanismo automático ajeno al ser humano. He ahí el núcleo
del problema ético y político de nuestro tiempo[7].
2. El desacuerdo entre el principio de Igualdad política y
la persistente desigualdad social[8].
Estas dos
razones están estrechamente interrelacionadas y su punto de convergencia se
encuentra en la lógica del sistema político económico vigente y sus valores de
libre mercado y la masificación de las sociedades de consumo (céntricas y
periféricas) y de residuos. De esta manera se invierten los valores y el fin se
convierte en medio: las personas ya no son el fin del mercado sino que son el
medio a través del cual el sistema se reproduce a sí mismo y se sostiene. Las
personas son productivas si se ajustan a la lógica racional y eficiente del mercado. La persona deviene
cosa, un medio para un fin mayor: sostener el sistema. Fuera de esta lógica las
personas devienen en no-personas, en desechables, en dispensables. Esto es
principio de indignación y búsqueda de la necesaria dignidad que pasa por la
construcción de la propia identidad.
De esta
manera el problema de la ética hoy día fundamentalmente es la inversión ética
de los fines por los medios que ha dado al traste con un sistema de exclusión
social, ecocidio y constante inseguridad ciudadana. Por lo que retomaremos en
este escrito la propuesta del Dr. Serrano Caldera (2004) que nos llama la
atención diciendo que “hay que hacer énfasis en una nueva ética sobre la cual
se sustente el quehacer político pues la democracia más que un sistema
político, es una sistema de valores de una cultura[9]”.
De esa
manera una nueva política en sus diferentes niveles (local, nacional, regional,
internacional) debe descansar sobre una cultura de valores sustentados en los
derechos humanos dado que como nos dice Serrano (2003) “los derechos humanos
son la piedra angular de la sociedad y la democracia en nuestro tiempo (…) los
derechos humanos deben descansar en una
ética integral[10]”
2.
Resignificación de los Derechos Humanos.
Los DDHH
es expresión de la dignidad humana. La
segunda guerra mundial y su consecuente catástrofe humana provocó una justa
indignación en el mundo ante crímenes de lessa
humanidad y una extensa estela de muerte y miedo que dejó tras de sí
políticas xenófobas, colonialistas y supremacistas en Europa. De la indignación ante la noche oscura de
Europa nace la ONU y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. De esa manera los Derechos Humanos son la
expresión de la indignación del mundo ante el rebajamiento de la dignidad y la
vida humana.
La
capacidad de indignarnos es lo que nos hace humanos, ya que nos hace tomar
distancias de las injusticia a favor de la justicia, es la capacidad de
detectar y reaccionar ante la maldad cometida, ante la muerte de miles de niños
y niñas de hambre, por falta de medicina; ante el desplazameinto de miles de
comunidades indígenas por empresas transnacionales por la industria del
monocultivo y extracción de los recursos naturales de los pueblos del Sur
Global. El día que perdamos la capacidad de indignación ante la crueldad, la humanidad
habrá fracasado en su proyecto de humanización. En este sentido debemos señalar
que el individualismo competitivo, el pragmatismo, cinismo y la apatía son
males que trastocan esta capacidad, este don humanizante.
Hablar de
dignidad en un sistema donde la fuerza del Derecho no impera sino el derecho a
la fuerza, la fuerza de los intereses de los monopolios y oligopolios
nacionales y transnacionales, es reconocer el derecho inherente a la dignidad de las personas a pronunciarse, a
reclamar, a protestar, a gritar aún cuando los gobiernos pretendan restringir
este derecho a través de burocracias y la represión de cuerpos policiacos.
La
dignidad no es concepto que puede ser confuso. Qué es dignidad, qué es ser
digno?, ¿No se indigna también el empresario cuando los y las trabajadores se
levantan en huelga por un salario digno o mejoras en las condiciones
laborales?, ¿o no se indigna también el hombre cuando su mujer lo denuncia por
maltrato? Así que hagamos una diferenciación entre la indignación del que
detenta un poder superior a otros y lo usa para mantener las relaciones de
desigualdad e injusticia a favor suyo y la indignación del que sufre los
vejámenes de los poderosos.
En
sociedades aristocráticas la dignidad le viene a las persona por nacimiento,
son ciudadanos de primera categoría. En la polis griega para gozar del
reconocimiento de sus derechos y dignidad (ciudadanía) era necesario ser libre
y disfrutar del ocio, práctica a la que estaba reservada solo a los ciudadanos
libres no a esclavos, artesanos. Con el cristianismo se introduce el concepto
de persona la cual tiene su dignidad
en una base teológica: ser imagen de Dios[11].
Toda persona es digna por ser creatura de Dios. Pero eso sí, era legitimo
hacerle la guerra a los pueblos “barbaros” o a los “infieles” si rechazaban la
fe cristiana en un mundo donde lealtad política era igual a pertenencia
religiosa. Ser cristiano era ser fiel al emperador. En la modernidad persona era aquella que
mantenía una condición común: la Razón. Laude
Sapere, dijo Kant, fue la chispa que llevó a Francia a la Revolución y la
lucha por la igualdad, libertad y fraternidad… Pero la razón hacía a la persona
un ser moral por lo que también se introduce la idea de sujeto. El sujeto
racional y moral de la ilustración. Es el sujeto protestante burgués según
Weber[12].
Tener dignidad desde un punto de vista de la construcción del sujeto burgués es
respetar la ley, sujetarse a las leyes, trabajar duramente y ocupar dignamente
el puesto dentro del engranaje del sistema que el sistema te propone según tu
apellido, lugar del mundo donde naciste, estudios, ideología.
Este
sujeto es el modelo de persona de las sociedades de consumo y del Vivir Bien
(Estado de Bienestar). Es un modelo colonizador cognitiva (Boaventura santos) y
moral (Dussel). Cognitiva dado que nos
presenta una Monocultura colonizadora de las sociedades de primer mundo y una moral
vigente como una totalidad totalizadora cerrada que legitima y naturaliza las
relaciones de desigualdad producidas por las propias contradicciones del modelo
político-económico vigente.
Desde un punto de visto socio-político el
concepto de sujeto se ha ido transformando. Hoy sujeto no solo se es
pasivamente, o sea, por el hecho mismo de ser ciudadano/a con deberes y derecho
sino que también se es activamente en la lucha por la reivindicación de los
Derechos los grupos excluidos históricamente como los campesinos, pueblos
originarios, feministas, descendientes e.o, que no eran tomados en cuenta en el
sistema político-económico y jurídico sino como objetos y medios. No se nace
sujeto, se construye.
3.
Rehistorización de la ética y los Derechos Humanos a partir del nuevo sujeto
ético-político.
Desde
Heidegger se viene diciendo que el tiempo antecede al ser, por lo que el tiempo
es el padre del ser. El ser humano se construye en la historia por lo que la
naturaleza del ser humano es la historia. Pero este construirse es la síntesis
de multiples fuerzas y en el escenario de la historia unos imaginaron y
construyeron al otro como un sí mismo o una ampliación del propio ego. Tal es
el caso de la conquista donde se les negó la identidad y legitimidad a los
pueblos indígenas. Pero aquí estamos y somos la conjugación de la voluntad del
conquistador y la voluntad resistente del conquistado.
Lo que
somos hoy es producto de un proceso histórico complejo por el cual se han
conformado las identidades culturales y dentro de ellas las instituciones
sociales, culturales y políticas. Así que en este proceso histórico es que se
ha cobrado consciencia de nuestros derechos. Eso está directamente relacionado
con una concepción historizada de los derechos en cómo responden los derechos
consignados en la Declaración Universal de los derechos Humanos, Pactos,
Convenios, nuestra Carta Magna con los procesos socio-históricos de los
pueblos. Al revisar la historia de los derechos de los Pueblos Indígenas, los
derechos de la Niñez y la Adolescencia, los derechos civiles en EEUU., los
derechos de las mujeres, e.o., veremos que han sido conquistas de luchas
históricas por parte de grupos excluidos que han alzado su voz.
En este
momento estamos viviendo momentos históricos de suma importancia para los
derechos humanos y una ética integral. La Revolución Ética que vivimos puede orientarnos
hacia la Nicaragua que tanto soñamos . Por lo que nos preguntamos si una nueva
historización de los DDHH pasaría por el proceso de levantamiento de la vos de
todos y todas los indignados.
Las
personas indignadas, movilizadas son las nuevas portadoras de una
rehistorización de los DDHH, en ellos se ve la necesidad de la resignificación
de la moral vigente.
4. Indignación
es lucha por la vida.
La
indignación en el sentido ético es la fuerza que protege la integridad y vida.
La capacidad de indignación la poseemos todos y todas y por muy alienados,
apáticos o acomodados que estemos ante un acto que ponga en riesgo la
integridad y la inviolabilidad de la
vida. Por lo tanto la indignación es el producto de la denigración humana.
La
indignación surge cuando todos los medios de vida ya no funcionan, cuando la
institucionalidad y Estado de Derecho han sido secuestrados y se llega a un
sentimiento de incertidumbre; solo queda el último recurso: el grito, el
gemido. El grito es el alfiler que pincha el globo (como totalidad cerrada), es
el más allá de una totalidad cerrada, o sea, sistemas totalizante y
excluyentes. Es el momento analético, es la negación de la negación (Dussel).
Es el momento sumo negativo del proceso de transformación, la doble negación:
una negativa, la que niega la vida y la otra positiva que niega la negación de
la vida. Ante la negación de la vida la indignación eyecta la conciencia dormida más allá de la “moral vigente” y del
sistema excluyente hacia la dignidad del “otro/a”. La dignidad del otro/a es la
nueva aperturidad radical, solidaridad y compromiso con el que debemos
construir dialogo, sociedad, derecho, religión.
El grito
del indignado es la ruptura de esa totalidad cerrada llamada moral vigente con todo
su instrumental… el grito del indignado no es la de un ser abstracto sino de la
concretes más radical posible; la
indignación como ruptura, como basta ya, como la afirmación de la propia
identidad cobra diferentes rostros ya que es el grito del hambriento, indígena,
mujeres asesinadas y violentadas y universitarios reprimidos por el aparato
estatal.
Ser
indignado es colocarse en la historia
negada de todas las víctimas del
sistema vigente, es abrevarse del
recuerdo subversivo de la resistencia
indígena, campesina, negra, feminista, ecológica. Es solidaridad en el destino
de los desaparecidos, asesinados y de los pobres y excluidos del sistema,
también es solidaridad con los que luchan, es aportar críticamente a los
procesos de indignación por amor. El amor como nuevo Emocionar Social. No el
amor sentimentalista, desmovilizador sino un amor como el de Jesús de Nazaret,
un amor transformador de las relaciones de poder desigual, del amor que te
ubica en la periferia con los y las excluidos.
El
concepto sumamente creativo y sugerente de Maturana del Emocionar Patriarcal[13]
y los Fundamentos Matrísticos como dos formas diametralmente opuestas de fundar
la sociedad, en una prevalece la guerra, el despojo, la violencia, la
desigualdad entre hombres y mujeres (donde el hombre prevalece) y en otra el
reconocimiento y la igualdad, respectivamente. Este fundamento Matristico es similar a lo que me refiero cuando nombre
al “amor” como base para un nuevo “emocionar social” donde la praxis social y
la reproducción de la cultura nos informe y forme en una cultura de respeto por
la vida, celebrando las diferencias, donde la democracia no sea el poder per se de los más fuerte sino el poder
de la aceptación y respeto.
De este
fundamento Matrístico que sustenta una nueva manera de nombrar y actuar es que
surge la Indignación como lucha y preservación de la vida, de su inviolabilidad
y su dignidad intrínseca. Por ello podemos decir que indignarse por la miseria,
exclusión y denigración de personas en situación y estado de vulnerabilidad es
una conversión del corazón, o sea, del fundamento mismo del ser humano. La
apatía, egoísmo, individualismo competitivo y consumismo dan paso a la
misericordia.
Esta
lucha por la vida, aperturidad radical al otro/a, dialogicidad y amor como un nuevo fundamento social en el Emocionar
Matrístico son los valores hacia los que nos están llamando la lucha
estudiantil, campesina, popular. Estos valores deben primar contra los valores
culturales del providencialismo fatalista, el pragmatismo resignado[14]
y la herencia del modelo político tradicional.
¿Nicaragua
indignada? Esta pregunta nos remite inevitablemente a toda una historia de
coloniaje, explotación, represión y exclusión que como pueblo hemos vivido.
Desde los levantamiento indígenas contra los colonizadores[15],
pasando por Sandino, la insurrección Popular Sandinista y la defensa nacional
ante la agresión estadounidense. Toda esta herencia de resistencia y dignidad
del pueblo nicaragüense hoy se halla en la lucha de los estudiantes,
campesinos, iglesias, indígenas, e.o., contra el estado represor, ambiguamente
llamado sandinista.
La
canción “Encachimbese mi Hermano” que trata de la indignación del Nicaragüense…
Esta expresión recoge lo que queda en el nicaragüense de la resistencia y
coraje indígena. Hoy estamos muy acostumbrados a la corrupción, violencia y
denigración por todo un paradigma cultural colonizante y modelo político represor
en el que fuimos domesticados o alienados. ¿Podremos superar las rupturas
culturales, sociales y políticas los nicaragüenses de cara a lo que el Dr.
Serrano Caldera nos ha llamado a un Proyecto de Nación, a una Unidad en la Diversidad
donde todas las diferentes y hasta contradictorias fuerzas converjan en una
síntesis política- cultural que nos saque de la pobreza, la desigualdad social
y la corrupción?
[1] Ya Enrique Dussel ha reflexionado alrededor de este
fenómeno en su libro: Carta a los Indignados, México DF, La Jornada Ediciones,
2011.
[2] Redacción, (1
Julio del 2015). 5 acciones que se castigarán en España con la nueva "Ley
Mordaza". BBC MUNDO. Recuperado de http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150701_espana_que_implica_la_ley_mordaza_ig
[3] Garrido, V, (2011). Habermas y la Teoría de la Acción
Comunicativa. Razón y Palabra. No.75. 18. Recuperado de
http://www.razonypalabra.org.mx/N/N75/ultimas/38_Garrido_M75.pdf
[4]
Fuentes, Carlos, (2009)22. El Espejo Enterrado. Av. Universitaria: TAURUS. Pág.
173 y 176.
[5]
Aquí Carlos Fuentes nos deja una imagen preciosa sobre el valor de la historia
y cultura deliciosa que tenemos los latinoamericanos enterrada u olvidada de
nuestros orígenes y de la desgracia de la colonización: “(…) sus ídolos rotas y
sus tesoros olvidados, enterrados todos, al cabo bajo las iglesias barrocas
cristianas y los palacios virreinales”. Fuentes, C,… pág. 160.
[7]
Ibídem,… pág. 11.
[8]
Carozzi & Ritvo (Ed.). (2001). El Desasosiego: Filosofía, Historia y
Política en diálogo. Buenos Aires: Homo Sapiens. Pág. 146.
[9]
Serrano Caldera. (2004). Estado de Derecho y Derechos Humanos. Managua:
HISPAMER. Pág. 48
[10]
Ibídem,… pág. 58-59.
[11]
Caldera, S. (2008). Obras: Escritos Filosóficos y Políticos. Managua: HISPAMER.
Pág. 446.
[12]
Weber, M. (2007). Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo. Madrid:
Mestas.
[13]
Maturana, H. (1996). El Sentido de lo Humano. Santiago de Chile: Dolmen
Ediciones.
[14]
Pérez -Baltodano, A. (2009). La
Subversión Ética de nuestra Realidad. Managua: IHNCA-UCA. Pág. 243-259.
[15]
Wheelock, J. (1985). Raíces Indígena
de la Resistencia en Nicaragua. Bogotá:
SIGLO XXI
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