¿DÓNDE ESTA TU
HERMANO?
En Génesis 4 se relata la historia de Caín y Abel, por
todos conocida. Básicamente trata del asesinato del hermano que en principio
debió cuidar a su hermano.
Todo inicia por un asunto nada
claro para los teólogos, y es que al hacer sus respectivas ofrendas, Caín (sig.
Lanza) ofrece ofrenda del fruto de la tierra, y Abel (sig. Soplo, nadería)
ofrece en sacrifico una oveja gorda. La razón por la que Dios ve con más agrado
la ofrenda de Abel sobre la de Caín no lo dice el texto (no entraré a debatir
sobre las diferentes interpretaciones), lo que si dice es que Caín se
encolerizó profundamente contra su hermano Abel. Aquí inicia el camino fratricida de la
historia de la humanidad, no sin que Dios intervenga, apelando de diferentes maneras
a favor de la fraternidad.
Dios conoce el corazón de las
personas (Jeremías 17: 10) y supo que en Caín germinaba la semilla de la muerte
contra su hermano. Dios le pregunta la razón por la que está enojado contra su
hermano y le da paternalmente el primer consejo: Si bien hicieres, ¿no serás
enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado acecha a la puerta (Gen. 4: 7). El
que hace el bien será enaltecido (Salmo 75: 10) o sea, que podrá levantar su
frente con orgullo, ya que hizo el bien. Pero cuando nos negamos a hacer el
bien el pecado acecha como fiera salvaje para destrozarnos; y destrozada la
puerta de nuestro corazón entra el mal, y el camino del mal interior al acto
criminal es muy corto.
Las historias bíblicas,
principalmente los capítulos del 1-11 de Génesis, son modelos psicoantropológicos que brindan
una explicación sobre el origen de realidades humanas inexplicables: ¿cómo
explicar que el hombre sea el asesino de su propio hermano?, ¿cómo explicar que
el hombre sea lobo del hombre (homo homini lupus)?
Esta historia bíblica no nos es
lejana desde nuestra realidad nicaragüense, de que nos preguntamos ¿cómo es
posible que el gobierno, la policía y nicaragüenses encapuchados y armados
maten impunemente a sus hermanos nicaragüenses?, ¿cómo es posible que alcemos
la manos asesina contra la población desarmada, contra la niñez, adolescencia,
personas adulta mayores, jóvenes; todos y todas nicaragüenses?
La
sangre de más de 220 hermanos nicaragüenses asesinados, 2000 heridos, otros
muchos detenidos ilegalmente y con marcas de malos tratos clama desde la tierra
ensangrentada ante la presencia de Dios, así como la sangre de Abel, y pide
justicia. El cadáver de Abel estaba bien enterrado, pero la sangre del
asesinado eleva gritos de protesta, un clamor que llega al instante hasta el
trono de Dios en el cielo (Von Rad).
Cuando Dios pregunta a Caín por
su hermano se “hace el loco” y responde con desfachatez: ¿acaso yo soy guarda
de mi hermano? Pero la respuesta de Caín revela el fundamento de lo humanos, es
fundamento de la familia, de la sociedad: todos somos guardianes de todos,
todos nos debemos cuidados. Aún en medio de nuestras diferencias y
contradicciones debemos reconocer la legítima existencia del otro como digna y
legítima, y por ello debemos cuidar los unos de los otros. Es la ética del
cuidado, lo que hace posible que seamos humanos, que existan sociedades. Es
esta ética la que nos encaminará hacia el desarrollo sostenible y sustentable,
a salir de la pobreza, de la violencia, del círculo vicioso de la lucha por el
poder sin ciencia y sin consciencia.
La
responsabilidad ante Dios es responsabilidad por el hermano; la pregunta de
Dios se enuncia ahora como pregunta social, todos somos responsables de todos:
¿policía donde está tu hermano nicaragüense?, ¿ejército, por qué no te
compadeces de la masacre de tus hermanos?, ¿iglesias donde están tus hermanos?;
¿sandinistas, donde están tus hermanos nicaragüenses puestos en la lista
negra?; gobierno alto a la represión.
La
vida de todos está en las manos de Dios, no pueden seguir actuando impunemente
la policía y los grupos parapoliciales, matando a los hermanos nicaragüenses; y
tampoco podemos permitirnos que la semilla de la venganza crezca en nuestros
corazones.
El
diálogo honesto, sincero y con alto sentido humano y patriótico debe prevalecer
por encima de los intereses partidarios y políticos mezquinos.
Como
hermanos nicaragüenses, que profesamos la fe cristiana, debemos cuidarnos los
unos a los otros, orando los unos por los otros, protegiéndonos los unos a los
otros de los caínes que acechan en nuestros barrios.
Cierro
con una cita del teólogo Von Rad:
El
final de la historia, según el cual Caín es arrojado "lejos del rostro de
Dios", acentúa el enigma de su existencia ulterior: por su crimen se abate
sobre él la maldición de permanecer alejado de Dios, y sin embargo es
salvaguardado y sostenido incomprensiblemente por la protección divina.
¡Incluso esa su vida pertenece a Dios, y Él no la desampara!
Miguel España
Teólogo Nicaragüense
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