AMOR Y CRISIS

Jn. 12: 24

En tiempos de crisis la creatividad humana es enorme, y la solidaridad reaparece. Al parecer lo mejor de la especie humana se evidencia cuando estamos al borde de la extinción o de una catástrofe de dimensiones planetaria. La evolución se da por saltos; la humanización igual: las crisis nos hacen caer a cuentas que no somos tan diferentes ni desiguales ante la expectación de la catástrofe. Todos estamos en esta nave espacial llamada planeta tierra; o no salvamos todos o nos autodestruimos como especie.

La creatividad es enorme. Primero han surgido decenas de teorías conspirativas, desde que China o estados unidos crearon esta megabacteria con el fin de reconfigurar el mapa geopolítico económico mundial, hasta que Dios está conspirando contra los abortistas, homosexuales, pedófilos, idólatras, etc., sin importarle los “efectos colaterales” contra sus hijos padecientes, ni por las almas que se van al infierno. Estas teorías conspirativas tienen mucha razón leídas entre líneas: revelan que los cálculos políticos y económicos del sistema-mundo no tienen como variable racional los costos de las vidas del más del 70% de la población mundial excluida, empobrecida y explotada; la Madre Tierra no cuenta como ser vivo y consciente y por ello es irracional no explotarla en nombre de una racionalidad capitalista. El “virus de autofagia capitalista” que crece destruyendo al huésped: acumulación, consumismo, de-predación. Y por otro lado, revela que la religión está jugando un papel de “virus de retrogradus” ya que involuciona las conciencias, desarraigándolas de su “circunstancia” y “contexto” existencial concreto  hacia la visón medieval o hacia un futuro escatológico “más allá de sol”: sin cuerpo, sin planeta tierra, sin historia, sin emociones, sin lúdica y placer.

Muy bien, al parecer nos están eliminando más que virus bio y tecno – lógicos; sino también “virus ideológicos”.

También podemos señalar el virus de la hambruna, el virus del narcotráfico, el virus del terrorismo, el virus del consumismo, virus de la apatía, virus de la desesperanza, virus de las diferentes formas de injusticias sociales, ambientales y políticas.  Nos cuesta entender esto porque se nos olvida que las sociedades son sistemas vivos, y que el conjunto de las sociedades humanas crean el gran sistema vivo, que junto a los otros sistemas vivos de la naturaleza, conformamos la red de la vida; todo este equilibrio permite la vida tal como la conocemos. Pero los desequilibrios intersistémicos lo provoca el ser humano al introducir prácticas y una lógica “enfermiza”.

La crisis del COVID 19 nos recuerda todos los virus letales que matan a cientos de miles de personas: es el “sumo” (veneno) de la modernidad capitalista, líquida, del desprecio y del descarte.

En este tiempo de crisis tomamos consciencia de cuidado mutuo y de solidaridad. Esta es la otra creatividad. Hans Jonas tenía razón cuando planteaba la “heurística del temor”, o sea, pensar que estamos al borda del colapso total y que por lo tanto debemos cambiar nuestra “lógica” de muerte por el principio de vida.

Hoy aplaudimos al personal de salud, a gobiernos que han tomado buenas medidas de prevención, a los científicos y religiosos que sin consciencia mágico-religiosa acompañan con prudencia a los creyentes. Vemos videos de música (“Te quiero en casa porque te quiero” o “song of hope”) que dan esperanza en medio de la ansiedad; oraciones y textos bíblicos de fortaleza, vídeos tutoriales de cómo hacer una mascarilla, etc., todo esto es creatividad y solidaridad en tiempos de crisis.

Yo me pregunto ¿el temor es la base de la evolución y humanización, o es el amor?.

Los virus y las enfermedades son agentes que nos informan de energías reprimidas, si entendemos las enfermedades como energías reprimidas por el hambre, la violencia, la inseguridad. Estas energías son liberadas por medio de la enfermedad (En esto sigo a mi amigo J. J. Dubois). Por lo tanto podemos entender no solo conspirativamente esta crisis sanitaria mundial, sino como una oportunidad para que las personas, sociedades y el sistema-mundo se reinvente. Las energías reprimidas por siglos de violencia e injusticias son liberadas bajo una tensión increíble en nuestro sistema mundo, sistema inmunológico, sistema creencias; ¿seguiremos por el mismo camino de voracidad, violencia, apatía y sufrimiento, o aceptaremos la oportunidad para fortalecer nuestro sistema inmunológico como sistema planetario, sistema sociales, políticos, económicos y religiosos?

No es el temor la base, sino que es el amor la base para nuestra humanización. El amor es lo que atrae los cuerpos, sistemas; el amor es lo que une sin violencia; el amor mantiene el equilibrio homeostático. Amor biológico, amor social, amor y ciencia.  

En tiempo de crisis (Gal. 4: 4) vino el Hijo de Dios; se despojó de si mismos (Ef. 2: 6-10) y murió entregando su vida en amor por todos. No era posible salvarnos con muestras supernaturales de su todopoderosísima majestad ya que esto hubiera fundado el poder en la imposición y el dominio de unos sobre otros; Dios se hizo pobre a si mismos (2 Cor. 8:9), se despojó de su divinidad (Kenósis) para mostrarnos que el verdadero poder es el servicio entregado y humilde los unos por los otros. Esta lógica funda la nueva conciencia mesiánica de amor y solidaridad; la consciencia del cuidado esencial (Boff). 

Gracias a quienes en tiempos de crisis mueren a si mismos, y entregándose al servicio al prójimo se quedan en casa, sirven en los hospitales, brindan apoyo material y espiritual, y saben usar las redes sociales para el mutuo acompañamiento.


  Prof: Miguel España
25/03/2020

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