El contexto socio-político nicaragüense y el rol del sector religioso

Por Moisés Mercado

Educador, biblísta-teólogo nicaragüense




















La incidencia que tiene el sector religioso en la vida cotidiana y en la esfera pública en las sociedades latinoamericanas es innegable. Lamentablemente los especialistas de diversas disciplinas tienden a restarle importancia al análisis socio religioso. Lo cierto es que la realidad humana en todas sus dimensiones requiere de discursos, símbolos, mitos e imaginarios para sostenerse y en ese sentido la religión históricamente ha sido uno de los instrumentos más utilizados y efectivos de legitimización.
En la actualidad nos encontramos en un escenario desalentador, los proyectos políticos autoritarios que intentan perpetuarse en el poder en América Latina han tomado mayor conciencia de que no basta con contar un fundamento ideológico político para perpetuarse en el poder, sino que también requieren del lenguaje religioso en su forma más pura y menos encubierta para legitimar su acceso y permanencia en el poder político.
El lenguaje en su dimensión religiosa, se ha transformado en una herramienta del caudillismo político, para la manipulación de la fe sencilla de la gente y en un mecanismo para acceder y atornillarse en el poder. Los casos de Bolsonaro en Brasil, AMLO en México, Trump en EE.UU., Bukele en El Salvador y Ortega en Nicaragua son testimonios fehacientes. En Nicaragua la manipulación del discurso religioso, no solo es un asunto de Ortega, sino también de ciertos sectores que aspiran al poder político.
Hace ya unos días un partido político de “oposición” utilizó las palabras y la imagen de un obispo de la Iglesia con fines de propaganda política y ciertos grupos de oposición instrumentalizan el discurso religioso para auto legitimarse. Se quiere crear un imaginario irreal de que las juventudes nicaragüenses están integradas en una sola organización juvenil cuando en realidad existen una diversidad de movimientos estudiantes y juveniles organizados y no organizados. Por este motivo, es necesario, un análisis crítico del contexto nicaragüense que incluya también el discernimiento de los modos en que está siendo instrumentalizado el lenguaje religioso en el campo político.
El sector religioso en la sociedad nicaragüense no debe legitimar ningún proyecto político que tenga como único sueño la acumulación de capital y la repartición del poder, sino todo lo contrario, este sector debe preservar su dimensión crítica y profética.
La postura de Monseñor Silvio Báez ha sido coherente, ya que ha tenido la capacidad de cuestionar al régimen y de señalar las luchas de poder y desaciertos de la oposición. El sector religioso también es parte de los sectores que componen la sociedad nicaragüense y en consecuencia, no debe ser excluida de contribuir a la sociedad. El sector religioso desde la ética social del evangelio de Jesús tiene mucho que aportar a la sociedad nicaragüense.
El sector religioso, en este sentido, está en el deber de fomentar discursos y prácticas que promueven el pluralismo, el pensamiento crítico, la solidaridad, el respeto, la inclusión, el cuidado de la vida, la ética social, el bienestar social y no mentalidades y prácticas que legitiman al poder político y económico como lo hicieron ciertos líderes mediáticos evangélicos.
La nueva coyuntura política después del acto del 19 de Julio en el que se colocó un pentagrama en escena sugiere que algunos de estos líderes comienzan a tomar distancia del régimen; la continuidad de un apoyo al régimen de forma más abierta como antes, podría generar descontento de las bases evangélicas que han visto con desagrado el tema del pentagrama.
Por otro lado, el sector religioso también está en el deber de promover y defender los derechos humanos de las personas. El evangelio de Jesús promueve la dignidad humana, la vida plena y abundante bajo el principio ético de que todos los seres humanos somos imagen y semejanza de Dios.
El evangelio de Jesús pone en el centro la vida y la dignidad humana y promueve la regeneración de la sensibilidad y el compromiso ético frente a los problemas sociales, políticos, ambientales y económicos que afecta el bienestar integral humano.
El discurso religioso alineado a la ética de Jesús en este contexto de pandemia debe promover el respeto y cuidado de la vida humana, el amor al prójimo: si me cuido de contagiarme me estoy amando y amando a mi prójimo, el evangelio dice: amarás a tu prójimo como a tí mismo.
Un discurso religioso contrario resulta peligroso porque expone gravemente la vida de las personas en nombre de un “dios” que no se parece nada al Dios de la biblia que si se preocupa por la salud y el bienestar del ser humano.
El rol del sector religioso es ser sensible hacia aquellos grupos que son rechazados socialmente precisamente porque el Dios de la biblia se hace visible en el rostro de aquellas personas que son rechazadas, excluidas, discriminados y cuyos rostros nadie quiere ver.
La iglesia debe inspirar en la sociedad nuevas formas de liderazgos y nuevas formas de ejercer el poder y hacer política. Los políticos tradicionales suelen llamar idealistas a quienes creemos que es posible hacer política de manera diferente, los políticos tradicionales creen que política y ética no encaja en el juego político.
En este sentido es que el sector religioso puede aportar desde los valores y la ética del evangelio a crear una nueva conciencia sobre el poder y el modo de hacer política. Esto no significa que el sector religioso deba imponer su sistema de creencias a la sociedad, que Dios nos libre de eso, puesto que aspiramos a un Estado laico, aunque constitucionalmente los somos, en la práctica no es una realidad.
Hay que dejar claro que una cosa es promover discursos desde la fe que contribuyan de manera positiva y respetuosa a la construcción de una sociedad democrática pluralista y otra es instrumentalizar el discurso religioso para legitimar los intereses y ambiciones de las élites y los sistemas de creencias de los grupos religiosos fundamentalistas.
Los sectores religiosos tienen la posibilidad de ser, si así lo quieren, escuelas de virtud donde se promueven espacios democráticos pluralistas. Los valores éticos del evangelio promueven el compromiso político para contribuir como ciudadanos/as al bien común.
Además, los valores éticos del evangelio pueden ayudar a que ninguna opción política sea absolutizada, esto con el fin de evitar el fanatismo político que tanto daño le ha hecho a Nicaragua, es decir, que el discurso religioso debe tener un marco ético para evaluar cualquier opción política.
Es pues necesario que el sector religioso en general puede reapropiarse o resignificar el sentido de su rol público en la sociedad, solo que esto debe ser asumido desde una perspectiva crítica y problematizadora, pero a la vez propositiva, constructiva y dialógica que nos permita construir una sociedad pluralista en la que podamos gozar de bienestar social integral como elemento vinculante entre los diferentes actores que se mueven en el espacio público.
La Iglesia Católica como parte del sector religioso logró en su momento que diversos grupos convergieran a pesar de sus diferencias bajo un objetivo común, lamentablemente rápidamente se produjeron intereses particulares que destruyeron el esfuerzo.
En fin, la fe debe recuperar su dimensión pública para entrar en diálogo con la sociedad y aportar desde su propia naturaleza e identidad elementos positivos que puedan contribuir de forma respetuosa, crítica y propositiva sin imponer su sistema de creencias, a construir una sociedad más justa, humana, igualitaria, democrática y pluralista.  
*El autor es educador, biblista y teólogo nicaragüense

Comentarios

Entradas más populares de este blog