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ENTRE LAS CORTINAS DE LA PIEL[1]:
Intuiciones en corporalidad y teología para una pedagogía
integradora
Tu cuerpo es el paraíso perdido
del que nunca jamás ningún Dios
podrá expulsarme.
Poema: Amor de frutas. G. Belli.
I.
INTRODUCCIÓN
La enseñanza tradicional ha sido bancaria,
como bien diría Freire, que como punto de partida ve al a-lumno (sin luz) como
receptáculo vacío al que el/la profesor
le debe “meter” en la cabeza todo tipo de conocimientos.
Recuerdo que en mi educación primaria los
profesores nos obligaban a memorizar largas lecturas, tanto así que aún
recuerdo integro el cuento “Se Mató un Tomate”.
El olvido de una coma o una palabra significaba el olvido del resto del
cuento. Pero el verdadero “cuento” era cuando fallábamos los estudiantes y la
profesora con una regla de madera gigante nos pasaba al frente del aula,
manos al pizarrón y a veces pantalones
bajos y nos propinaba una tunda en las sentaderas que posteriormente no
podíamos sentarnos con tranquilidad. Por lo general nuestros padres alentaban
este método de enseñanza, en sus variadas modalidades, cuando llegaban a la
escuela y la profesora les informaban de nuestra falla.
Evidentemente que la educación en la escuela
es una extensión de la educación en la casa, y viceversa, debido que la base de
la concepción en la educación y formación eran las mismas: jerárquico,
unidireccional, vertical, autoritario, excluyente y racionalizante de la sola
parte lógica matemática y mecanicista. Un modelo de disciplina castrense, castradora
y casta (o sea pura al principio amo-esclavo). Este modelo era aún más obvio
debido a que cuando estudié mi primaría era la década de los 80‛s en Nicaragua
en pleno estado de guerra que nos enseñaban a sumar fusiles más fusiles.
1.
Pedagogía
de la negación.
En América Latina el proceso de colonización
no solo fue político militar sino también cultural. La colonización y el
coloniaje negaban las cosmovisiones ancestrales que, juzgadas desde los lentes
del dominador-conquistador, destruía y falseada las identidades ancestrales a través
de las ideologías y crónicas oficialistas. El mito del “salvaje”, la
degradación de la identidad cultural del indígena y negro y la elevación de la
cultura blanca dominante occidental caló profundamente los subjetividades. Un
dato sobre esta reflexión lo podamos encontrar en que aún hoy cuando tenemos
que reconstruir nuestro árbol genealógico todos vamos a parar a familias y
apellidos españoles. Ser moreno, chaparrito y chiriso es vergonzante aún hoy; y
ser blanco, alto, ojos de “color” es ser de la mejor “raza”. Pienso que existe
en nuestra cultura un racismo encubierto y de cotidianidad.
Pero la colonización tuvo lugar en diferentes
dimensiones, además de la colonización política y cultural también se dio, como
apunta Souza, la colonización cognitiva.
Desde el
Pensamiento Abismal, en reflexión de Souza, Occidente establece una radical
división: La división es tal que “el otro lado de la línea” desaparece como
realidad, se convierte en no existente, y de hecho es producido como no
existente. No existente significa no existir en ninguna forma relevante o
comprensible de ser.. [2]
.. es la negación del otro, de lo diferente (cultural, jurídica, política) y
desde el punto de vista del conocimiento es un epistemicidio, que en palabras
de Souza se refiere a la identificación de las condiciones epistemológicas
(que) permite mostrar la vastísima destrucción de conocimientos propios de los
pueblos causada por el colonialismo europeo - lo que llamo epistemicidio- y por
otro lado, el hecho de que el fin del colonialismo político no significo el fin
del colonialismo en las mentalidades y subjetividades, en la cultura y en las
epistemología y que por el contrario continuó reproduciéndose de modo endógeno[3].
Es la colonialidad del saber.
Españoles y portugueses, aunque difiriendo en
algunos métodos, supieron muy tempranamente que la colonización se podría
ejercer de manera más exitosa cuando se logra dominar desde el campo de las
ideas. Explicitaron muy bien esta forma velada de supremacía, principalmente
con la organización del sistema escolar que sería vigente en los países de la
región y con la llegada del positivismo en las universidades latinoamericanas,
seguida por la consolidación de la ciencia moderna[4].
La
colonialidad del saber estuvo aparejada a la colonialidad cultural, política,
jurídica y corporal. En el cuerpo de los y las excluidos/as se inscriben las
lecciones del dominador. Las marcas corporales de los latigazos, la
desnutrición (como mecanismo de dominación), la insalubridad y tantos vejámenes
“educaron”, “formaron” y “disciplinaron” (Foucault) la consciencia indígena y
negra de nuestros pueblos. Pero también esos mismos cuerpos llevados al
extremos por la “educación y formación” colonial, ante tales situaciones
límites e iluminados por sus propias tradiciones de dignidad, se levantaron
contra este sistema.
2.
Nuevos
aportes a la pedagogía.
Pedagogías como el constructivismo[5]
han aportado al cambio de enfoque de los procesos educativos. Pensadores
como Jean Piaget y Lev Vygotski son de obligatoria
referencia en este campo. Ya se venía, desde hacía varios años atrás,
repensando la ciencia de la educación desde la Escuela Nueva con Dewey,
Montessori, del personalismo de Maritain, hasta llegar a la pedagogía
liberadora latinoamericana[6].
Destacados latinoamericanistas cómo José
Martí, Luis Beltrán Pietro Figueroa, Paulo Freire, entre otros, dedicaron sus
reflexiones, praxis pedagógica y labor política, reconociendo la
educación como importante precursora de la emancipación y de una Pedagogía de
la Liberación[7].
Pedagogía como liberación, esperanza en el proceso de concientización a través
de la pedagogía popular enraizada en las historias, subjetividades, saberes;
saber crítico propositivo que moviliza la conciencia.
Otro aporte de la pedagogía actual surge de
la praxis y pluma de Rubem Alves y Hugo Assman, ambos teólogos, pedagogos,
filósofos y poetas. Desde las categorías de “placer”, “ternura”, “juego”,
“afectividad”, “subjetividad”, “reencantar la educación”, “inteligencias
múltiples”, e.o, han aportado y repensado la pedagogía más allá de la enseñanza
bancaria por una pedagogía que reencante los procesos enseñanza-aprendizaje,
que rescate la corporalidad, la cotidianidad, la subjetividad.
Para Assman no es posible separar la
inteligencia de la afectividad, por lo que nos dice, “El debate que separa la
inteligencia de la afectividad parece tener su origen en que —frente a una
percepción mediada por el sentido del tacto, del gusto o del olfato— occidente
prefirió el conocimiento a través de los exteroceptores, es decir, los
receptores a distancia o externos, como son los sentidos de la vista y del oído.
Nuestra cultura es visual-auditiva […] No cabe duda de que el cerebro necesita
el abrazo para su desarrollo, y las más importantes estructuras cognitivas
dependen de este alimento afectivo para alcanzar un nivel adecuado de
competencia.
El
conocimiento sólo emerge en su dimensión vitalizadora cuando tiene algún tipo
de vinculación con el placer.
Dentro de
esta perspectiva, la atención a la morfogénesis (surgimiento de las formas) del
conocimiento nos lleva a temas como los siguientes:
a.
Aprender
es un proceso creativo que se autoorganiza.
b.
Todo
conocimiento tiene una inscripción corporal del conocimiento
c.
La
dinámica de la vida y la del conocimiento están unidas
d.
El
placer como dinamizador del conocimiento
e.
Urge
cuidar y volver a flexibilizar los lenguajes pedagógicos
La
cuestión sobre la calidad cognitiva y social de la educación se debe afrontar,
primordialmente, desde un eje pedagógico, es decir, a partir de la experiencia
del placer de estar conociendo.[8]
Permítanme rescatar el punto “b” del aspecto
morfogenético del conocimiento, claramente conectado con los otros puntos. El
conocimiento no se inscribe solamente en el cerebro como órgano ubicado en la
bóveda craneana sino que el cerebro es coextensivo a través del sistema
nervioso y de los diferentes sentidos corporales a todo el cuerpo. Por lo que
el proceso de aprendizajes y conocimientos se da a través de toda nuestra
corporalidad, afectividad, sensibilidad en coordinación autopoietica con
nuestro medio, historia, cultura[9].
Rescatar la corporalidad como “campo
pedagógico” donde se media, procesa y siente todos los aprendizajes y
conocimientos es de suma importancia debido a que todo conocimiento tiene, algo
así como, un “registro emocional”. Dicho de una vez: Todo conocimiento que
sentimos, vivimos y registramos de manera interior va codificado con una
emoción, un sentimiento. Así que todo conocimiento es un tipo de emoción y toda
emoción registra un tipo de conocimiento y aprendizaje[10].
Intelecto y afectividad, así como
corporalidad-afectividad y procesos intelectivos forman un todo.
Las siguientes reflexiones navegaran por ese
camino, en torno a la relación entre corporalidad, sexualidad y procesos de
aprendizajes con un enfoque teológico.
El objetivo es compartir algunas reflexiones
e intuiciones sobre la vinculación entre Corporalidad y pedagogía desde un
enfoque e interés Teológico.
El titulo sugestivo de este ensayo está
inspirado en el poema de Gioconda Belli “Reglas del juego para los hombres que
quieren amar a mujeres” que invita a reconocer la golondrina que habita en cada
mujer y en cada hombre. Esas golondrinas que causan cosquillas, risas, placer;
que nos enseñan a volar y extender nuestras alas y mente para conocer con
consciencia, saber con sabor, aprender emprendiendo el camino, dejándonos iluminar
y encender el corazón por el fulgor del sol penetrando en nuestros ojos bien
abierto.
Abrir las cortinas de la piel debe invitarnos
a ir a las diferentes sensibilidades, a descubrir las golondrinas que habitan
en cada persona humana, ya que juntos y juntas estamos llamados/as a construir
el nido (tejido-interrelaciones) de nuestra casa común.
3.
Complejidad
humana y Teología.
La dimensión de la sexualidad humana, entre las
múltiples dimensiones de la realidad corporal, aporta una comprensión menos
mecanicista, univoca, desprovista de afectividad, corporalidad y
experiencialidad, a los estudios de teología. En este enfoque la sexualidad
humana se concibe como nudo de inter-co-retro-dependencia in-co-trans-formativa
de la persona humana (y de la comunidad humana).
El/la sujeto aprendiente debe entenderse como
sistema dentro de otro sistema de aprendizaje llamada “comunidad de aprendizaje”
y no como objeto separado. El sistema es la integración de múltiples parte y
relaciones de manera armoniosa, pero aún no es complejidad. La complejidad es
el “factor emergente” del sistema, así como la música de violín es más que el
roce entre una tripa de cerdo y la crin de caballo.
El/la sujeto tiene la capacidad de ser
persona humana por su “aperturidad” a otros/as sujetos y a otros sistemas de
vida como la sociedad, las instituciones y naturaleza. Esta capacidad de
“aperturidad” se lo da su ser sexuado. La persona humana como ser corporal y sexuado
se expresa y abre a otros/as seres sexuados lo que constituye la sexualidad
humana.
Por lo que al hablar de corporalidad como
expresión, exteriorización de la persona humana debemos partir de la idea de
sexualidad como lo que le posibilita a la persona humana en comunidad; es un
tipo de estructura a priori en el ser humano que le permite ser un homo socius,
homo luden, homo viator, homo complexus..
II.
COMPRENSION DE LA SEXUALIDAD EN OCCIDENTE: BREVE ESBOZO
1.
Históricamente la sexualidad se ha visto como algo
pecaminoso en el cristianismo[11].
Jugaron un papel muy importante los motivos estoicos y neoplatónicos en la
construcción de esta comprensión.
Estoicismo: por su visión unilateral de la sexualidad en
orden al fin exclusivo de la procreación… los moralistas greco-romanos trataron
de elevar a este fin el espíritu de los esposos, y los escritores cristianos
creyeron ver ahí en la tradición pagana un valor cristiano y “cristianizaron”
esa tendencia.
Neoplatónicos: por su desprecio a la materia y al placer
sexual. El dualismo antropológico griego, donde la psiqué es de mayor dignidad
y el cuerpo “la cárcel del alma” fue transmitido por los padres de la iglesia,
principalmente por San Agustín, que influido por esta corriente decía que el
placer sexual era una consecuencia del pecado original.
2.
Influido
el cristianismo por estas visiones surgieron en la historia del cristianismo
con posturas que despreciaban la sexualidad como por ejemplo:
El
Encratismo: decía que el pecado original fue que Adán y Eva desobedecieron a
Dios al comer del fruto prohibido, que para ellos era las relaciones sexuales,
por eso Jesús vino para restaurar la castidad de la humanidad.
Montanismo:
predicaban la disolución de los vínculos matrimoniales dentro de la perspectiva
de la inminente venida de Cristo.
Ascetismo:
huir del mundo para alcanzar la perfección cristiana.
3.
La
modernidad se caracterizó por dos aspectos:
Siglo XVII: sería el comienzo de una edad de represión,
propia de las sociedades llamadas burguesas, y de la que quizá todavía no
estaríamos completamente liberados. A partir de ese momento, nombrar el sexo se
habría tornado más difícil y costoso. Como si para dominarlo en lo real hubiese
sido necesario primero reducirlo en el campo del lenguaje, controlar su libre
circulación en el discurso, expulsarlo de lo que se dice y apagar las palabras
que lo hacen presente con demasiado vigor[12].
Foulcault hablando sobre los “procedimientos
precisos del poder” que occidente ha ejercido sobre el cuerpo y sus placeres
nos amplían diciendo que “Es posible que Occidente no haya sido capaz de
inventar placeres nuevos, y sin duda no descubrió vicios inéditos. Pero definió
nuevas reglas para el juego de los poderes y los placeres: allí se dibujó el
rostro fijo de las perversiones... Proliferación de las sexualidades por la
extensión del poder; aumento del poder al que cada una de las sexualidades
regionales ofrece una superficie de intervención: este encadenamiento, sobre
todo a partir del siglo XIX, está asegurado y revelado por las innumerables
ganancias económicas que gracias a la mediación de la medicina, de la
psiquiatría, de la prostitución y de la pornografía se han conectado a la vez
sobre la desmultiplicación analítica del placer y el aumento del poder que lo
controla. Poder y placer no se anulan; no se vuelven el uno contra el otro; se
persiguen, se encabalgan y reactivan. Se encadenan según mecanismos complejos y
positivos de excitación y de incitación[13]”.
4.
Herencia
cristiana sobre la sexualidad en Latinoamérica.
Hoy día la mayor influencia que tenemos es heredada de
los movimientos pietistas surgidos en Estados Unidos de América que con su
moral rigurosa pretendían establecer el Reino de Dios en la Nueva Tierra
descubierta y conquistada. Por otro lado aún pesa sobre nuestros hombros la
sexualidad del calvario de la colonia española en América Latina.
Hasta el momento las iglesias entienden la sexualidad
reducidamente, circunscribiéndola al ámbito de lo procreativo y genital y con
tinte de pecaminosidad. Esto acarrea serios problemas porque se genera en
los/as creyentes una ruptura entre las diferentes dimensionalidades de la
sexualidad: la sexualidad reducida a la procreación, aunque de por si
pecaminosa (San Agustín), va contra los anhelos del espíritu, creando una
iglesia subliminada libidinalmente o sea que crea serias represiones de las
energías psíquicas creando personalidades neuróticas, ansiosas.
Por tal razones podemos estar de acuerdo con
Foucault en su conclusión sobre la sexualidad en Occidente al decir que
“Nuestra civilización, a primera vista al menos, no posee ninguna arserótica. Como desquite, es sin duda
la única en practicar una scientiasexualis[14]”, o
sea como un conocimiento del poder para el control.
En la modernidad la iglesia perdió control de
la sexualidad en la sociedad, la sexualidad misma en esta época llego a ser
desacralizada y pasó a convertirse, de la mano de las sociedades del bienestar
(individualismo, propiedad privada, pragmatismo, etc.), en un medio tanto para
alcanzar autosatisfacción como para el enriquecimiento de las grandes empresas
que explotan el sexo femenino promoviendo el sexismo, la cosificación y
reducción a lo genital de la persona humana. Por esa razón debemos preguntarnos
como pastores/as, líderes y lideresas ¿cuál es la formación que estamos
brindando a los y las creyentes alrededor de la sexualidad?, ¿por qué es
importante este tema para una sana espiritualidad cristiana?, ¿y para una sana
sociedad?, ¿cómo contribuye una sana educación sexual al encaminamiento de
nuevas y más generosas relaciones entre las personas?, ¿cómo contribuye a
mejorar nuestra relación con nosotros/as mismas/os, con la naturaleza, con
Dios?
III.
Corporalidad como don de Dios
El cuerpo es la primera realidad que conocemos y somos,
es centro de todas las relaciones[15]
del individuo. El cuerpo es lo que le permite a la persona ser un ser
espacio-temporal. Por el cuerpo la persona tiene historia, cultura. Lo corporal
de la persona es lo que le une a su medio social, cultural y afectivo. Por
nuestros cuerpos fenotípicos
pertenecemos a un grupo cultural determinado en un tiempo-espacio
específico. Pero este cuerpo se expresa de mil maneras según costumbres, pero
principalmente por ser un cuerpo feminizado o masculinizado. Un cuerpo
feminizado se expresa de una manera y el masculinizado de otra. Decimos
masculinizado o feminizado porque este carácter subjetivo de la persona de cómo
se auto concibe y expresa es aprendido por socialización e interacción social,
sin negar el basamento genotípico.
Cuando hablamos de cuerpo estamos hablando de
cuerpo en tres registros: los simbólico, en lo imaginario y en lo real…
“tenemos que poner en cuestión la idea del cuerpo como natural. El cuerpo “no
es natural”, porque lo natural ya está construido… el cuerpo es una
construcción imaginaria que viene del otro que lo arma como cuerpo. Pero,
además, el cuerpo se sostiene en el significante, antes de eso, de la
intervención del significante, es un organismo, una cosa[16]. Es la mirada del otro la que me arma en
cuanto totalidad[17]
1.
La
unidad de cuerpo: corporalidad y sexualidad.
Lo corporal es un tejido unitivo de todas las
dimensionalidades de la persona; en ese tejido nos hacemos cultura, sociedad,
historia, comunidad, personas. No hay persona desencarnada, la persona es un
espíritu encarnado. Ser encarnado es ser sexuado y lo sexuado de este/a sujeto
debe entenderse como sus propias inclinaciones, preferencias, gustos, opciones
y autoexpresiones producto de su autoconcepción (no solo referido al sexo
biológico). La autoconcepción es cómo el “yo agente” se autoentiende,
autopercibe en relación con otros sujetos/as y su mundo de vida. Esta autoconcepción
tiene su fuente en la identidad psicológica, corporal, sexual, social,
política, religiosa: la identidad es la síntesis siempre en tensión de todas
estas dimensiones humanas del/la sujeto. Ahora, la autoexpresión, o sea, cómo
nos “mostramos” al mundo, es lo característico de la corporalidad. “Mostrar” es
una palabra pertinente debido a que el que se muestra es el “yo agente”, que
siendo cuerpo, es además corporalidad. La identidad del yo- agente es lo que se
muestra a través del cuerpo; este mostrar-se es lo propio de la corporalidad.
El cuerpo es “mostrado”, “exhibido” en correlación con la identidad de la
persona.
De esa manera el cuerpo es la base
material-biológica de la persona humana donde confluyen un sinnúmero de
interrelaciones como la herencia genética, la herencia cultural (formas,
gustos, inclinaciones, fobias,…), la economía, e.o.; la síntesis de esas
interrelaciones crea la identidad que a la vez se auto expresará de una manera
peculiar y particular. Todo este complejo es la base de la sexualidad y la
corporalidad. ¿En qué consiste la diferencia entre sexualidad y corporalidad si
ambas representan un complejo de interrelaciones y además nos definen como
personas con gustos, preferencias, inclinaciones, e.o.,? Según nuestras indagaciones
podemos decir de manera aproximativa que la diferencia básica consiste en que
la corporalidad es el complejo de relaciones reales de una persona (sistema)
mientras que la sexualidad es el impulso y contenido de todas nuestras
acciones, gustos, preferencias, inclinaciones, e.o. La corporalidad com-porta
una sexualidad específica y la sexualidad le da contenido y especificidad a la
manera como se muestra nuestro cuerpo. Cuando hablamos de contenido lo hacemos
en referencia a la identidad de la persona; el contenido de la sexualidad es la
identidad de la persona. Cada cual se “muestra” como sujeto especifico, único e
irrepetible.
2.
Cuerpo
humano correlato del cuerpo de Dios.
Y
Dios me hizo mujer, de pelo largo, ojos, nariz y boca de mujer.
Con
curvas y pliegues y suaves hondonadas y me cavó por dentro,
me
hizo un taller de seres humanos.
Poema: Y Dios me hizo mujer, Gioconda
Belli
Sallie Macfague sugiere la metáfora del
Universo como cuerpo de Dios, porque el cuerpo es la manera más íntima y a la
vez más universal de entender la realidad. El cuerpo como modelo que conecta y
expresa la conexión[18].
Esto hace de Dios un Dios personal ya que la trascendencia de Dios está hecha
cuerpo tanto en el universo como totalidad, como también en cada uno de sus
fragmentos[19]
Esta cita, en particular la última parte de ella, nos recuerda la monadología
de Leibniz que representa un tipo de panteísmo real a diferencia del panteísmo
lógico de Hegel.
A pesar de las múltiples objeciones que
pueden presentar estas concepciones siempre es útil para tratar de
representarnos la dinámica relacional entre Dios como absoluto/totalidad y las
personas. De esta manera podemos entender los cuerpos singulares como
correlatos del cuerpo de Dios. Por lo tanto si Dios es “pura aperturidad””, “donación”,
“Relacionalidad” podemos concluir que el cuerpo del ser humano, como correlato
del de Dios, debe mostrar tales cualidades por ser creatura hecha a imagen de
su creador.
El cuerpo es un don de Dios ya que a través de él el/la
individuo puede manifestarse al mundo y captar y percibir el mundo.
Génesis dice “y vio Dios que todo lo que había hecho era
bueno y bello en gran medida”. Por el cuerpo la persona siente, ama, se dona,
hace comunidad y exalta a Dios. Este sentir, amar, donar, hacer, etc., de una
manera particular, eso es corporalidad. De esa manera la corporalidad o sea la
forma que expresamos lo que somos en interrelación con un “mundo de vida” es la
celebración de la vida corporal, de la vida en comunidad y de la vida en el
espíritu.
Por el cuerpo podemos abrirnos al “otro/a” y realizarnos
en comunidad. El cuerpo es “un espacio de convivencia[20]”…
más que hablar de cuerpos individuales y marcar las diferencias, deberíamos de
redescubrir un espacio intercorporal
en el que hombres y mujeres, de diferentes modos, podamos ser personas y ayudar
a otros a serlo[21].
Los cuerpos son las síntesis de la gozosa
libertad del creador al crearnos, por lo tanto, “Todo cuerpo clama por libertad
y placer[22]”.
En nuestra sociedad donde se sobreestima el individualismo y la auto exaltación
se tiene por sospechoso que vayan juntas estas dos palabras “libertad y
placer”. En este entendimiento de las cosas la libertad significaría la
búsqueda de la propia exaltación, del goce individual: libertad sería la
anulación del otro/a para la autoafirmación del yo narcisista.
Pero la libertad a la que está llamado el ser humano es
la libertad para crear. Dios, según el mito bíblico, al crear (barah) hizo
posible la vida como ámbito de la existencia buena y bella (tob). El ser humano
se debe constituir en co-creador de posibilidades de vida dignas en comunidad
de iguales. Hoy dignidad debe entenderse desde el tob hebreo: posibilidades de
vida buena y bella en comunidad de iguales. Esto significaría crear condiciones
de resurrección, de vida nueva. Esto solo es posible si vemos al ser humano
desde la luz del Reino de Dios, como presente y como posibilidad de desarrollo
y como plenitud.
Partir del cuerpo es partir del Reino de
Dios, anuncio de redención para los cuerpos, anuncio de la buena nueva, de
alegría, de libertad, del placer de los cuerpos[23]”
El cuerpo, lugar de los signos del Reino, lugar de la Resurrección[24].
El cuerpo de Jesús crucificado es el cuerpo
de hombres y mujeres desgarrados por la pedagogía del sistema patriarcal
castrador. ¿Quién sufrió en la cruz? Sin ninguna duda podemos responder
diciendo que murió una persona que fue amada y amó, persona de conflictos y
decisiones, persona que creaba condiciones de vida, de resurrección. Para la
tradición judeo-cristiana por su lastre patriarcal ve como central el hecho de
que haya sido un “hombre” el Cristo, mas no es así, sino que lo central es que
quien murió en la cruz fue una persona radicalmente humana. Ser una persona
radicalmente humana es convertirse ella misma y todo cuanto hace en condiciones
de vida y resurrección. Esto fue lo que hizo Jesús en el caso de su relación
con las mujeres de su tiempo ya que “el cuerpo de la mujer en la visión de Jesús
ha desplazado su focalización del vientre al oído”, es revalorar la dignidad de
la mujer elevándola de su mera función procreativa a la de discípulas, o sea,
sujetos de derechos y responsabilidades.
El mismo cuerpo maltratado y muerto de Jesús
es el cuerpo resucitado, símbolo de total Relacionalidad. Aquí la importancia
de dejar atrás los dualismos antropológicos ya que la resurrección de las
personas corporales (soma neumatikon) significaría una relacionalidad real y
concreta y no solo un “espiritualismo” desencarnado que negaría la base
material-biológica de la afectividad, solidaridad, amor; además de negar la
renovación de toda la creación/universo como metáfora del cuerpo de Dios. El
cuerpo resucitado de Jesús es la primicia de otros cuerpos resucitados, es la
promesa irrenunciable de la renovación de la naturaleza y de todos los cuerpos
lacerados, maltratados, mutilados por la pedagogía hegemónica.
3.
Sexualidad y e imagen de Dios.
En la lógica del sistema patriarcal la ley es que el
sexo es considerado un derecho masculino, “esta ley tiene dos consecuencias: el
sexo debe estar al alcance de los hombres, y el sexo y el cuerpo de la mujer
son mercancías que pueden y deben ser apropiadas, vendidas y comercializadas
por cualquier medio[25]
En este sentido las mujeres devenían en objetos con un costo según lo disponga
el mercado sexual. El sexo de las mujeres se contaba como “transacción” (dotes
nupciales, prostitución), “botín” (guerras), “trofeo” (victorias en torneos,
juegos…) e “usura”. La sexualidad se definía en términos de usura, de interés
generalmente alto y sin límite[26].
Frente a la mercantilización de la sexualidad
reducida a pura instintividad de las políticas falocráticas de la oferta y la
demanda del sistema patriarcal es necesario un tipo de teología indecente que
no es más que “la subversión de los códigos sexuales y de género[27]”.
Marcella Althaus nos dice que “para conocer nuestra sexualidad no solo
necesitamos una teología indecente que pueda llegar al núcleo de las
construcciones teológicas, en la medida en que estas hunden sus raíces en las
sexuales; también la necesitamos porque las verdades teológicas son moneda
dispensada y adquirida en mercados económicos teológicos[28]”, esto
significa que la teología “implica una praxis sexual y política[29]”y
por lo tanto es necesario desideologizar la teología, lo que significa aquí que
es necesario repensar la pedagogía desde otros lentes, valores y objetivos ya
que la enseñanza de la teología está mediatizada por los valores de la sociedad
patriarcal, adultista y racionalizante.
Esta puede ser una tarea enorme, aquí solo señalamos
algunas notas para la reflexión de cara a repensar las mediaciones pedagógicas
desde el rescate del centro agenciador de la íntima identidad del yo de la
persona humana: la sexualidad.
3.1. Lectura teológica de la sexualidad como centro
agenciador en la construcción y constitución de la persona humana.
La sexualidad pertenece al ámbito de ser “imagen y
semejanza de Dios” (Gen.1.27). Si Dios es amor y comunidad tenía que crear al
ser humano, en el cual quería reproducir su imagen, de modo que éste pudiera y
debiera amar. El ser humano para cumplir su vocación, o sea, para realizarse a
sí mismo/a, debe de “abrirse” a la comunidad, a la alteridad, al amor. No es un
ser acabado sino que está en constante crecimiento: en conocimiento,
habilidades, percepciones, sensaciones, relaciones con su medio, etc. Cada persona
esta ordenada a otras personas; darse a otros/as y abrirse para recibir a
otros/as es lo que hace de cada individuo una mayor persona. Las personas son
una intrincada red de interrelaciones. Somos seres sexuales y sexuantes, esto
nos posibilita “abrirnos” y “donarnos” a los/as demás. Ese “ser-abierto” es una
cualidad que tenemos por ser “imagen de Dios”. Dios es un Dios “abierto”,
económico salvífico y creador.
La “aberturidad” de Dios es exteriorizarse (Fil. 2:5-10;
Jn. 1.14ss.) como “don gratificante”, es también morada. En esa dialógica
generativa el exteriorizarse es un acto de amor libre que dignifica; es la
entrega de vida, reconocimiento y dignidad. Al abrir la totalidad cerrada no
solo hay “entrega” sino también acogida de lo diferente, de lo “otro” para la
persona tenga la posibilidad de tener una morada y dejar de ser huérfanos. De
esta manera, si el ser humano es “imagen” de Dios debe de comportar estas
cualidades que le permitirán su plena humanización en comunidad de iguales.
Como nos informa Ute-Seibert que “Dios como poder en relación, es a la vez amor
(que se puede vivir y experimentar solamente en relación), está aconteciendo,
está presente donde se busca la felicidad, vida plena, donde se hace justicia,
donde se ama al prójimo y se vive la amistad[30].
En resumen: pensarnos como imagen de Dios significa ser
seres creadores, que se donan y viven en la apertura hacia los/as otros, siendo
morada y constructor/a de moradas. La sexualidad por estar referida a “ser
imagen de Dios” nos revela una estructura profunda de intrerrelacionalidades
que trastoca hasta la esfera de lo erótico. Cuando hablo de lo erótico,
entonces, hablo de una afirmación de la fuerza de la vida de las mujeres y de
los hombres; de aquella poderosa energía creativa, cuyo conocimiento y uso
estamos reclamando en nuestro lenguaje, en nuestra historia, en nuestros
bailes, en nuestros amores, en nuestros trabajos y en nuestras vidas. Para mí
lo erótico actúa de varias maneras, y la primera es proporcionar el poder que
proviene de compartir el goce, ya sea físico, emocional, espiritual o
intelectual, crea un puente entre las personas….[31]”
En el artículo de Audre Lorde se plantea lo erótico como
poder. Nos comenta que para perpetuarse toda opresión debe corromper o
distorsionar las fuentes del poder, en el interior de la cultura del oprimido,
que puedan proporcionar energía para el cambio. Para nosotras, esto ha
significado una supresión de lo erótico como fuente de poder y conocimiento en
el interior de nuestras vidas…[32]
Esa fuente de poder es reconocernos como “imagen de Dios”, esto es, seres
bellos y buenos, dignos, creativos, capaces de amar y recibir amor, de bailar,
gozar, llorar, ser solidarios/as… en comunidad de iguales.
Este es uno de los retos de una pedagogía liberadora en
los estudios de teología que repiensa y redimensione la corporalidad, la
sexualidad, el goce, la ternura, la solidaridad (como parte de las estructuras
racionales de la realidad) como fuentes de poder del Reino de Dios, del
evangelio, de la fe para recrear iglesias y sociedades hospitalarias,
sanadoras.
4.
Dios sigue creando: sexualidad como co-creación
“..que la pareja humana es el
principio inevitable de la vida”
Poema: Nueva Tesis Feminista, G. Belli.
El individuo solo puede llegar a ser humano
en relación con otro ser humano. La sexualidad significa, por lo tanto, la
ordenación a la comunicación con el “tú”. Los términos con que son denominados
Adán y Eva en el texto bíblico (Gen.1:27) como zajar (varón-penetrar) y neqebah
(hembra-penetrada) nos brindan la oportunidad de interpretarlos desde el punto
de vista de los sistemas abiertos: todos/as somos neqebah ya que somos seres
abiertos y potencialmente penetrados por la alteridad para producir comunidad;
todos/as somos zajar ya que somos seres que penetramos a otros/as seres con
nuestros lenguajes para crear comunidad. De esta manera zajar y neqebah no
estarían reducidos al sexo biológico de Adán y Eva sino a su ser “imagen de
Dios” como seres que se exteriorizan y son a la vez morada. Es la constitución
dialógica de la persona humana: He aquí la sexualidad como lenguaje de
personas. Este tú-yo dialógico permite a la persona humana dos cosas:
1. Venir a la existencia gozosa
2. Exteriorizarse o sea salir de las jaulas del yo para
donarse a las demás personas.
Por esa razón la sexualidad posee en sí misma
una intencionalidad dirigida a la integración personal[33]: solo en
relación con otros/as es que alcanzamos nuestra identidad íntima y personal y
la vocación a la estamos llamados/as, ya que como dice Boff[34],
“El sexo[35]
no es algo que el hombre «tiene», sino sencillamente lo que el hombre «es». Por
esta razón la trastoca todas las esferas de la vida humana porque no se trata
de un “compartimento” sino de la totalidad de la vida humana, como lo expresa
Casiano, “La sexualidad humana supone, expresa y realiza el misterio integral
de la persona[36]”.
Por eso la sexualidad humana no hay que entenderla
únicamente biológica (procreación), genital (placer) y socio-política (control
sexual y natal), sino también espiritualmente y como vocación humana. No existe
sexualidad en los animales ya que estos son seres centrados en sí mismos y
gobernados por la instintividad, solo el ser humano realiza su más honda
intimidad como ser sexuado. De esa manera la sexualidad es expresión de la más
profunda intimidad humana (Gen 2.25) que llama a otros/as semejantes a
realizarse juntos/as en una comunidad de iguales y legítimos/as.
Cuando el ser humano cosifica a otra persona en nombre
de sí misma “niega realizar en su núcleo personal y en las concretas
manifestaciones de la vida su entrega a la comunidad y al mundo en la libertad
y el amor[37]”
La persona se cierra sobre si misma narcisistamente, ya que la apertura al
otro/a es lo que hace del ser humano persona encaminada a su realización.
La sexualidad no tiene sus fronteras en lo meramente
sensible y corporal humano sino que llega hasta las mismas estructuras sociales
y culturales que “están originadas por fuerzas excedentes de los instintos,
entre los cuales se encuentra el impulso sexual”[38]. Este impulso sexual no
se entiende reductivamente o genitalmente sino como una energía creativa y de
gran potencial generador. Pero por lo visto en nuestra sociedad este “impulso
sexual” que ha generado las instituciones culturales y sociales tan represivas
y castradoras al parecer están “pervertidas” por la educación moral cristiana
de tipo penitencial tanto de confesionario como de pulpito.
Lo dicho nos ilumina respecto a los modelos pedagógicos
castradores que hemos heredado y sufrido. Estos modelos pedagógicos surgen como
excedentes de “impulsos sexuales” o “energías libidinales” que en nuestras
sociedades son castradoras por la moral católico-protestante.
Freud pudo advertirnos sobre este asunto,
aunque su enfoque como dice Fromm fue mecanicista y reduccionista[39],
alrededor de sus tesis de la represión sexual, el inconsciente y eros y
tanatos, etc. ¿Acaso la sexualidad ha jugado un papel más destructivo (tanatos)
que creativo (eros)?, ¿qué modelo pedagógico es hoy urgente y necesaria de cara
a una iglesia y sociedad más
saludable?, ¿Es posible una teopedagogía que tenga en cuenta todas las
dimensiones creaturales del hombre y la mujer?
5.
Sexualidad y salud como salvación
El ámbito de lo saludable está vinculado a lo
salvífico. Estar salvo en la tradición bíblica es estar saludable. En el griego
clásico sodso significa “hacer sano”,
“sanar”, “salvar”… de los 473 uso de
sodso que encontramos en la LXX 68 son traducciones de salom, “paz”,
“calidad de entero” y 55 casos se trata de
soterios, la cual traduce el hebreo selem…[40]”
Esta idea de salud integral la entendemos por
las categorías de Shalom en el A.T y de Eirene en el N.T. El Shalom es “el
entretejido intimo formado por Dios, los seres humanos y toda la creación en
justicia, plenitud y deleite[41]”.
De esta manera la Salud (Shalom-Eirene) se encuentra en ese tejido,
interrelacionalidad de todos los seres junto a su creador.
Es necesario restaurar el Shalom-salud
destruido a través del camino que nos traza una pedagogía de la ternura, del
placer, o sea, una pedagogía de la corporalidad, de la integralidad de la
persona humana en comunidad de iguales.
Una pedagogía shalomica, desde donde
construyamos nuestro yo-identidad y yo-comunidad, respetamos las diferencias
integrándolas en un todo de sentido, amando, bendiciendo al próximo, al
prójimo, la naturaleza y bendiciendo a Dios.
Esto significa la necesidad de una nueva
pedagogía shalomica como esa fuente de relacionalidad desde la cual podemos
repensar una nueva salud e higiene social, política, mental y corporal.
Reeducar en un tipo de pedagogía shalomica es reedificar la sociedad sobre
bases de fraternidad, el reconocimiento mutuo. Significa restaurar el Shalom.
Conclusiones abiertas
La sexualidad y corporeidad humana como el binomio de
aquella estructura intrínsecamente humana que le permite al hombre y la mujer
“aperturar-se”, “donarse,” “ser-hospitalario” (acoger) es el medio por el cual
puede conformar la imagen de Dios en la humanidad, como dice Moltmann que “La
imagen de Dios sobre la tierra no es el sujeto humano solitario sino la
verdadera comunidad humana[42]”.
De esta manera la pedagogía que rescata las distintas dimensiones de la persona
humana en los procesos de enseñanza-aprendizajes en la educación teológica
cobra una fuerza extraordinaria en la comprensión de la misión integral de la
iglesia, la evangelización, la educación cristiana, el servicio, la celebración
y las alabanzas a Dios.
Ante tal comprensión del dinamismo
psico-afectivo-cognitivo humano debemos recordar lo dicho al inicio de este
ensayo, que el cerebro como la masa encefálica ubicada en la bóveda craneana no
es el único órgano con el que se conoce y aprende sino que media todo el
cuerpo, la experiencia sensible, trascendental y el placer.
Este reconocimiento debe ser el punto de partida para
repensar las pedagogías castradores y represivas por aquellas pedagogías de la
ternura, el placer y de liberación, ya que no es una pedagogía “placentera” ni
abocada a la “desactivación del poder de movilización y liberación de lo
afectivo y de la ternura. Sino apelamos al poder transformador, conscientizador
y movilizador de estas categorías que son parte inherente de la estructura
cognocitivas, afectivas, volitivas humanas.
Para finalizar permítaseme aplicar las cinco grandes
dimensiones de apertura del ser humano por la sexualidad a la posibilidad de
una pedagogía integrativa desde la corporalidad:
1. Edificar el
“yo dialógico”: un primer dinamismo se orienta a lograr la madurez y la
integración personal, la corporalidad/sexualidad es una fuerza para edificar el
yo;
2. Apertura del
“yo” a la intersubjetividad: El segundo dinamismo tiende a realizar la
apertura de la persona al mundo del “tu”: la corporalidad/sexualidad es la que
posibilita la relación interpersonal que culmina en la construcción de un
proyecto de vida.
3. Contruir-se un
yo como comunidad de interyos: El tercer dinamismo de la sexualidad es la
apertura al “nosotros”: se trata del horizonte social de la corporalidad/sexualidad,
que sirve para construir el nosotros dentro de un clima de relaciones
interpersonales cruzadas[43]
4. Refundar un
emocionar psico-social desde el emocional matricial que resulte en
instituciones no represivas: Un cuarto dinamismo de la corporalidad/sexualidad
es la constitución de las instituciones sociales y culturales a partir de los
excedentes de los instintos.
5. El quinto dinamismo
de la sexualidad nos abre a la vida divina. He aquí la meta última de todo
proceso educativo, y es lograr que la persona humana en comunidad de iguales
alcance sus posibilidades de desarrollo, de expresión, de sentido en la vida.
Tal comprensión de la pedagogía nos abre a la
conciencia de integrar los temas y desafíos de la sexualidad y corporalidad
como parte de la complejidad humana en la educación teológica, ya que nos abre
nuevos horizontes críticos-interpretativos sobre la vocación humana de ser
comunidad buena y bella, o sea, el llamado a conformar la imagen de Dios en
cada persona humana.
[1] Documento preparado para el taller:
INTEGRANDO SABERES, CAMINANDO HACIA LA COMPLEJIDAD HUMANA, para docentes FEET. Managua, Nicaragua.
[2] Boaventura de Sousa
Santos, Para descolonizar Occidente: Más allá del pensamiento abismal. Buenos
Aires, CLACSO-Prometeo, 2010
[3] Souza Santos, B, Descolonizar
el Saber, Reinventar el poder, Montevideo, Edic. TRICLE, 2010, pág. 7-8.
[4] Lia Pinheiro Barbosa,
PENSAMIENTO PEDAGÓGICO LATINOAMERICANO, EDUCACIÓN LIBERTARIA Y PEDAGOGÍAS ALTERNATIVAS. El fortalecimiento
del poder popular. https://zur2.wordpress.com/2011/08/04/pensamiento-pedagogico-latinoamericano-educacion-libertaria-y-pedagogias-alternativas-en-el-fortalecimiento-del-poder-popular/
[5] El constructivismo educativo
propone un paradigma donde el proceso de enseñanza se percibe y se lleva
a cabo como un proceso dinámico, participativo e interactivo del sujeto, de
modo que el conocimiento sea una auténtica construcción operada por la persona
que aprende (por el "sujeto cognoscente"). El constructivismo en
pedagogía se aplica como concepto didáctico en la enseñanza orientada
a la acción.
[6] Tunnermann, Bernheim, C,
Panorama General sobre la Filosofía de la Educación, Managua, HISPAMER, 2008,
pág. 107-140.
[7] Lia Pinheiro Barbosa,
pensamiento pedagógico latinoamericano, educación libertaria y pedagogías
alternativas. El fortalecimiento del poder popular.
https://zur2.wordpress.com/2011/08/04/pensamiento-pedagogico-latinoamericano-educacion-libertaria-y-pedagogias-alternativas-en-el-fortalecimiento-del-poder-popular/
[8] Assman, H, Placer y Ternura
en la Educación: Hacia una sociedad aprendiente. Madrid, Edic. Narcea, 2002.
Pág. 29-31
[9] La Teoría del exocerebro de
Roger Bartra nos ilustra sobre coextensividad del cerebro en la cultura y de la
cultura en el cerebro. Bartra, R, Antropología
del cerebro, DF-MEXICO, FCE, 2006.
[10] Amplia y genialmente Humberto
Maturana ha investigado alrededor esta tesis. Libros como Amor y Juego:
Fundamentos Olvidados de lo Humano: Desde el Patriarcado a la Democracia; El
Sentido de lo Humano; El Árbol del Conocimiento, e.o, son fundamentales en este
sentido.
[11] Merry e. Wiesner-Hanks,
Cristianismo y Sexualidad en la Edad Moderna, Siglo XXI, Madrid, 2001.
[12] Foulcault, M, Historia de la
Sexualidad, T.I, Siglo XXI, Madrid, 1998, pág. 25
[13] Ibíd., pág. 25
[14] Ibíd., pág. 36
[15] Gebara, I, Teología a Ritmo
de Mujer, DABAR, México D.F, 1995, pág. 102.
[16] Kathya, A, ¿de qué hablamos
cuando hablamos de cuerpo?, pág. 18 (Revista Con- Spirando, Cuerpo, Política y
Placer, Nº 37, Septiembre, 2001)
[17] Ibíd., pág. 17.
[18] Ute-Selbert, El Universo,
¿Cuerpo de dios?, pág. 21 (Revista Con-Spirando, No. 23, MARZO, 1998) 13Ibid,
pág. 22.
[19] Navarro, Mercedes, Cuerpos de
Mujeres en la Biblia, Tierra Nueva, Quito, 2002, Pág. 14
[20] Navarro, Mercedes, Cuerpos de
Mujeres en la Biblia, Tierra Nueva, Quito, 2002, Pág. 14
[21] Ibíd., pág. 15
[22] Cita de Rubén Alves tomada de
I. Gevara del texto citado, pág. 104.
[23] Ibíd., pág. 106.
[24] Gebara, pág. 102.
[25] Trapasso, Rosa Dominga, ¿Por
qué persiste la prostitución?, pág. 32 (Revista Con-Spirando, No. 5,
SEPTIEMBRE, 1993)
[26] Althaus, Reid, Marcela,
Teología Indecente, Edic. Bellaterra, Barcelona, 2005 pág. 36
[27] Ibíd., pág. 16
[28] Ibíd., pág. 34
[29] Ibíd., pág. 15
[30] Seibert-Cuada-Ute, Dios
¿poder en relación?, pág. 43 (Revista Con- Spirando, Afectos y poderes, Nº 16,
Junio, 1996.)
[31] Audre Lorde, Lo Erótico como
Poder, pág. 13 (Revista Con-Spirando, No. 5, Septiembre, 1993)
[32] Ibid, pág. 12
[33] Fries, Heinriech, Conceptos Fundamentales
de Teología, T,II, Cristiandad, Salamanca, 1979, pág. 701.
[34] Boff, L, El Destino del
Hombre, Sal Terrae, Santander, 1978, pág. 76.
[35]
En el
sentido de sexualidad.
[36]
Floristan,
Casiano, J.J. Tamayo, Conceptos Fundamentales de Pastoral, Cristiandad, Madrid,
1983, pág. 944.
[37] Fries, H,… pág. 706.
[38] Floristan, C,… pág. 948
[39] Fromm, E, Grandeza y
Limitaciones del pensamiento de Freud, Siglo XXI, México, D.F, 1979.
[40] Harrison, Everett,
Diccionario de Teología, Libros Desafíos, Michigan, 1996, pág. 554.
[41] Plantinga, C, El Pecado,
Libros Desafíos, Michigan 2001, pág. 36
[42] Moltmann, J, Dios en el
Proyecto del Mundo Moderno, Edit. Managua, Managua, 2008, pág. 103
[43] Floristán.… pág. 953
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