TEOPEDAGOGÍA: MISIÓN DE DIOS Y PEDAGOGÍA.
Msc. Miguel España
Teólogo, educador e investigador
¿Qué relación hay entre Misión y Pedagogía?
Posiblemente no sea muy obvia la respuesta a esta interrogante, por ello estamos invitados desde nuestros compromisos eclesiales y sociales a esta aventura de la reflexión desde la fe ante los retos de la
Misión de la Iglesia y de la pedagogía.
El horizonte abarcador para poder dar una
respuesta convincente desde el punto de vista teológico es la Missio Dei. Dios
mismo es el que sustenta y orienta pedagógicamente con su Espíritu la misión de
la iglesia, por ello es altamente importante trascender el concepto de “misión
de la iglesia” por “iglesia misional”. La
Iglesia no tiene una “misión” como se tiene algo que es distinto a ella. La
Misión no es una tarea más en la estrategia evangelizadora. Sin negar que la
iglesia se plantee la misión desde el pensamiento estratégico, como plan y
proyecto, la realidad más profunda de la iglesia es que ella es enviada, su
naturaleza es misional. La iglesia solo tiene
misión (Pensamiento, acciones, estrategias, proyectos) en la medida que ella
misma es misional (su naturaleza misma). Así que la iglesia es misional porque
el origen de su naturaleza misional está en la missio Dei.
Pero la misión de Dios es integrativa, pues
él mismo quiere que todas/os procedan al arrepentimiento y reconciliar consigo
mismo a su creación.
La misión de Dios trastoca todas las esferas
de la realidad ya que la reconciliación (mysterium salutis) funda el myetrium
liberationis. Salud y Liberación se pertenecen mutuamente. No puede haber la
una sin la otra porque salud/salvación sin liberación de las causas materiales,
psico-sociales y espirituales que causan la esclavitud de las personas y de la
creación sería una salud sin saneamiento, sin restablecimiento, sin cura. Sería
alienación, sería vivir solamente el “efecto placebo” de una religiosidad sin
trascendencia. Y una Liberación sin salud/salvación nos condenaría a vivir en
la dimensión solamente material de nuestra existencia sin trascender a la salud
integral a la que estamos llamados/as.
Por lo que la misión de Dios para la salud de
su creación pasa por la liberación de las estructuras de pecado como las
injusticias políticas y económicas, las desigualdades de género,
generacionales, étnicas, e.o. Estructura de pecado que tiene su correlato en la
subjetividad humana. Las estructuras objetivas de pecado se interiorizan a
través de los medios de producción y reproducción del pecado, la maldad, la
injusticia, la iniquidad. Pero el pecado es un fenómeno humano que no se
explica simplemente a través del análisis político-critico, moral ni únicamente
psico-social. Pero hasta donde podemos hablar con cierta propiedad decimos y
denunciamos las estructuras pecaminosas, objetivas y subjetivas, que no nos
permiten servir a la misión de Dios.
Ciertamente no solo hay una “pedagogía
liberadora” sino también prevalece una “pedagogía del mal” vista en estructuras
de exclusión y discriminación en el mundo y principalmente en los países y
pueblos más empobrecidos del mundo.
La misión de Dios es que todas las cosas sean
iluminadas por la luz de Cristo. El Espíritu de Cristo, el Paracleto,
reconcilia con Dios a la creación. Toda la realidad debe ser cristificada.
El amor de Dios (Espíritu Santo) es el origen y fuerza sustentadora de la
misión. Es por ese mismo amor de Dios que su misma actividad misionera trueca
en actividad pedagógica.
Esta actividad pedagógica es indisoluble a la
historia de la salvación como proceso de redención, dignificación y liberación
de la creación de Dios, incluyendo a los pueblos. La Biblia nos relata como
Dios ha acompañado a Israel en todo su proceso de constitución como pueblo de
Dios escuchando el dolor de un pueblo
(Éxodo) sometido por potencias que
impiden la libertad y dignidad de los pueblos, respondiendo a través de actos salvíficos a favor de ése pueblo,
permitiendo la construcción de identidad y conocimiento en el camino
del desierto en constante dialogo y hasta confrontación con los grupos humanos
diversos que salieron de Egipto y que luego constituirán en Canaán el pueblo de
Israel. Su presencia (shekina) entre el pueblo es un tipo de pedagogía del
cuidado, de la esperanza y de la liberación, recordando en cada momento que EL
es el que los liberó de tierra de esclavitud, por lo que éste pueblo debe
fundar su identidad en la confianza y en la memoria
de liberación que Yahvh ha realizado a su favor (Ex. 13: 3)
Esta pedagogía liberadora es la lógica de los
actos de Dios a favor de los pueblos y grupos humanos excluidos, discriminados,
sometidos por la lógica de los actos de una pedagogía del mal que impide el
pleno desarrollo de la identidad y potencialidades de los pueblos y minorías
sociales, que borra la memoria de los pueblos alienando las conciencias. Estos
actos salvíficos de Dios se fundan en el férreo amor de Yhvh por su creación. La historia de la salvación es acto
pedagógico:
es la operación de Dios que trae a la existencia y realidad lo que en su amor
esta como intención o potencia: Redención, reconciliación, liberación. Ya que
EL llama a lo que no es como si fuera (Rom. 4: 17)
El acto pedagógico de Dios es el acto del
Paracleto que reconcilia con Dios toda la creación. Por ello la Missio Dei funda la Pedagogía Dei; y
estas son inseparables.
La cuestión doble es saber, por un lado,
cuánto de liberador contienen nuestras luchas sociales por justicia, equidad y
libertad; así como por otro lado saber si los procesos pedagógicos eclesiales y
de la educación teológica son extensión de la pedagogía Dei. Una respuesta a
esta cuestión debe ser abordada en una investigación que no es el interés de
esta introducción. Pero lo que si podemos apuntar es que tenemos como tesoro el
modelo misional de Jesús de donde podemos repensar nuestras pedagogías en el
contexto general de la Historia de la Salvación y Liberación para iluminar la
diaconía, educación teológica, predicación, e.o., de cara al acto transformador
y reconciliador al que está llamado la Iglesia de Cristo.
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